Definitivamente me declaro haber llegado a mi edad de las NOSTALGIAS
Estos días pese a tantos aconteceres, me ha quedado tiempo para añorar
muchas cosas, en este post dedicaré mis nostalgias de la niñez:
- Ver llegar a mi padre y lanzarme ilusionada a sus brazos (estaba enamorada de él)
- Cuando sólo existíamos Javier René y yo, nuestras travesuras infantiles, sobre todo en el huerto del vecino y el pleito eterno con el mapache, del cual nunca pudimos lograr su cariño, jajaja.
- Cuando nos alejamos del huerto y ya no volvimos a jugar en él, después de que me ocurrió el accidente donde me quebré mi dedo pulgar de la mano derecha y hacerme una herida grande, grande en mi muslo, recuerdo perfectamente que lo que más me asustó fue ver a mi hermano huir lloriqueando después de verme ensangrentada a decirle a mi mamá.
- La llegada de mi hermana Iveth al mundo, la recuerdo cuando la vi por primera vez, no me explicaba de donde había salido.
- Nuestras vacaciones de verano, cada año nos trasládabamos dos largos meses a Tijuana a visitar a mis abuelas (qepd), como me hacen falta ahora, anoche soñé a mi Nana Panchita.
- Mi madre que abnegadamente nos llevaba al médico regularmente una vez por semana a mi hermana y a mí, ¡cómo la mortificábamos, la verdad! y mirar amanecer, al dirigirnos al médico y escuchar los graznidos (¿así se llaman?) de las aves en los yucatecos que abundan en nuestra ciudad.
- Los clásicos pleitos con los niños en la primaria, siempre jugábamos hombre contra mujeres, hasta en el béisbol competíamos, ¿en qué cabeza cabía? nunca de los nuncas les ganamos, jajaja, pero es lo lindo de la niñez, no nos importaba no haberles ganado jamás, lo seguíamos intentando fervientemente... Una vez jugando a "los encantados" yo era la única que quedaba a salvo, todas estaban encantadas, así que escondida veía como mis compañeritos andaban como desquiciados buscándome para encantarme, así que me escurrí hasta perderme entre niños de otros grados y logré desencantarlas a todas, jajajaja; la cara de enojo de mis compañeros fue mi mayor satisfacción, cuando volvieron a la base ya estábamos todas muertas de risa de ellos, ¡aaaah cómo se enojaron!, creo que ese ha sido mi primer, qué digo primer, mi único momento heroíco, jajaja.
- Cuando los niños, al ver que no queríamos jugar a nada contra ellos, y sólo nos queríamos dedicar a saltar la cuerda, a lo cual procedían a quitarnos la cuerda y salir huyendo a esconderse al baño, aparte de "roba-juegos", cobardes ¡si te digo!... ah pero le tenían horror a mi prima porque siempre los arañaba... jajajaja y casi siempre los alcanzaba ¡ah que mi prima Maru!
- Y qué decir de las rondallas, las poesías corales, y los bailables regionales, nunca los olvidaré, sobre todo aquella polka que me tocó bailar con el niño que menos me simpatizaba porque se sentía soñado, bueno lo mismo ha de haber pensado él de mí, jajajaja ¿quién sabe? Ya bailando con él y aguantando sus irreverencias, no me cayó tan mal, lo que pasa es que yo era muy seria, cosa que me preguntó mil veces ¿por qué siendo niña era tan solemne? ¡que aburris!.- Y cosa curiosa, lo que hace el baile ¿no? Yo había concursado varias veces en los concursos que hacen entre escuelas y él también iba, así que mi maestra nos preparaba por las tardes en su casa y él también iba pese a ser de otro grupo, haciendo gala de todos sus conocimientos los cuales siempre los presumía, y como yo era bien seria, la maestra me sacaba las palabras a "tira-buzón", jijiji... pero ya después del baile nos hicimos amiguitos, lástima que era nuestro último grado en la primaria.
Estos días pese a tantos aconteceres, me ha quedado tiempo para añorar
muchas cosas, en este post dedicaré mis nostalgias de la niñez:
- Ver llegar a mi padre y lanzarme ilusionada a sus brazos (estaba enamorada de él)
- Cuando sólo existíamos Javier René y yo, nuestras travesuras infantiles, sobre todo en el huerto del vecino y el pleito eterno con el mapache, del cual nunca pudimos lograr su cariño, jajaja.
- Cuando nos alejamos del huerto y ya no volvimos a jugar en él, después de que me ocurrió el accidente donde me quebré mi dedo pulgar de la mano derecha y hacerme una herida grande, grande en mi muslo, recuerdo perfectamente que lo que más me asustó fue ver a mi hermano huir lloriqueando después de verme ensangrentada a decirle a mi mamá.
- La llegada de mi hermana Iveth al mundo, la recuerdo cuando la vi por primera vez, no me explicaba de donde había salido.
- Nuestras vacaciones de verano, cada año nos trasládabamos dos largos meses a Tijuana a visitar a mis abuelas (qepd), como me hacen falta ahora, anoche soñé a mi Nana Panchita.
- Mi madre que abnegadamente nos llevaba al médico regularmente una vez por semana a mi hermana y a mí, ¡cómo la mortificábamos, la verdad! y mirar amanecer, al dirigirnos al médico y escuchar los graznidos (¿así se llaman?) de las aves en los yucatecos que abundan en nuestra ciudad.
- Los clásicos pleitos con los niños en la primaria, siempre jugábamos hombre contra mujeres, hasta en el béisbol competíamos, ¿en qué cabeza cabía? nunca de los nuncas les ganamos, jajaja, pero es lo lindo de la niñez, no nos importaba no haberles ganado jamás, lo seguíamos intentando fervientemente... Una vez jugando a "los encantados" yo era la única que quedaba a salvo, todas estaban encantadas, así que escondida veía como mis compañeritos andaban como desquiciados buscándome para encantarme, así que me escurrí hasta perderme entre niños de otros grados y logré desencantarlas a todas, jajajaja; la cara de enojo de mis compañeros fue mi mayor satisfacción, cuando volvieron a la base ya estábamos todas muertas de risa de ellos, ¡aaaah cómo se enojaron!, creo que ese ha sido mi primer, qué digo primer, mi único momento heroíco, jajaja.
- Cuando los niños, al ver que no queríamos jugar a nada contra ellos, y sólo nos queríamos dedicar a saltar la cuerda, a lo cual procedían a quitarnos la cuerda y salir huyendo a esconderse al baño, aparte de "roba-juegos", cobardes ¡si te digo!... ah pero le tenían horror a mi prima porque siempre los arañaba... jajajaja y casi siempre los alcanzaba ¡ah que mi prima Maru!
- Y qué decir de las rondallas, las poesías corales, y los bailables regionales, nunca los olvidaré, sobre todo aquella polka que me tocó bailar con el niño que menos me simpatizaba porque se sentía soñado, bueno lo mismo ha de haber pensado él de mí, jajajaja ¿quién sabe? Ya bailando con él y aguantando sus irreverencias, no me cayó tan mal, lo que pasa es que yo era muy seria, cosa que me preguntó mil veces ¿por qué siendo niña era tan solemne? ¡que aburris!.- Y cosa curiosa, lo que hace el baile ¿no? Yo había concursado varias veces en los concursos que hacen entre escuelas y él también iba, así que mi maestra nos preparaba por las tardes en su casa y él también iba pese a ser de otro grupo, haciendo gala de todos sus conocimientos los cuales siempre los presumía, y como yo era bien seria, la maestra me sacaba las palabras a "tira-buzón", jijiji... pero ya después del baile nos hicimos amiguitos, lástima que era nuestro último grado en la primaria.
- Como olvidar también mi uniforme de la escolta, que reluciente de blanco me planchaba mi mamá para ir muy pulcra a la escuela los lunes, después de eso y con los juegos del recreo, quedaba hecha un "asco" llena de tierra por doquier, las múltiples reprimendas de mi madre cada lunes y lo fácil que se me olvidaban para el lunes próximo, jajaja.
¡aaaaay (suspiro) qué tiempos... buenos tiempos!