miércoles, febrero 14, 2007

CELEBRANDO





Me gusta enormemente la idea de celebrar el mismo día, la AMISTAD como el aniversario de este BLOG, que a veces defino como si fuera la misma cosa.

A todos mi enorme gratitud por siempre dejar aquí un pedacito de su corazón, por com-par-tir-lo conmigo, logrando el milagro de juntar mis pedazos.

¡LOS QUIERO!

martes, febrero 06, 2007

VIVIR


"...seis meses después, Alejandra murió. La enterramos aquí, en San Miguel.
Yo no pude llorar, pero dejé de vivir...
...me pasaba el tiempo maldiciendo la vida...
...Los fines de semana los pasaba casi enteros en el cementerio junto a la tumba de Alejandra...
...Un sábado, llegué al cementerio y vi a mi tío Tacho sosteniendo una pala. Cuando me vio, comenzó a rascar la tierra. Yo me sorprendí; me dio la idea de un profanador de tumbas.
- ¿Qué hace tío? - le pregunté asustado.
Él no me respondió y siguió cavando.
- Tío - insistí -, ¿qué está haciendo?
- Su tumba Panchito - contestó con naturalidad.
- ¿Mi tumba? - me sorprendí - No lo entiendo.
- Mire Panchito - me dijo -, ahorita que yo termine de hacer este agujero, usted se mete en él y cierra bien los ojos para que yo le eche la tierra encima. Le voy a hacer un favor y también a todos nosotros.
- No lo comprendo - le dije.
- Le voy a explicar - enterró la pala y se recargó en ella -: Usted ha perdido las ganas de vivir, es decir, lo ha perdido todo, porque la vida es lo único que tenemos y que en verdad nos pertenece. Usted está presente sólo para sufrir y hacernos sufrir a los que lo queremos -me tomó de los hombros-; mire, Panchito: el vivir nos exige mucho más que respirar y comer. Es nuestro deber superar los obstáculos y seguir adelante. Comprendo su pena, pero usted no está solo, nos tiene a nosotros que lo queremos tanto... me tiene a mí que lo quiero como a un hijo...
Me abrazó y lloramos. Por primera vez di rienda suelta a ese llanto que oprimía mi alma. Después de un rato, ya tranquilos, nos alejamos de allí. Me despedí de Alejandra pensando en no regresar. No tenía para qué; a ella me la llevaba, para siempre, en el corazón.
Donde habitan los ángeles
Claudia Celis

jueves, febrero 01, 2007