lunes, junio 18, 2007

PARA MI PAPÁ


Tengo 2 años 4 meses escribiendo aquí papá, y en todo este tiempo no te he dedicado un escrito, y es porque no me resulta fácil, es decir no fluye como otras tantas historias, pero hoy quiero hacerlo, hace una semana fue tu cumpleaños #56 (estás joven, todos me dicen); y si, cuando yo nací tú tenías apenas 20, para mí eso es poca edad para ser padre. Pocos lo saben pero yo tengo un don, y no me jacto de ello, porque los dones se nos dan, y no es algo que sea mérito nuestro, así que no hay por qué presumir de ellos, mi don es de tener imán para la verdad, en ocasiones este don, no sé si otros, pesa como una gran piedra, porque nos enteramos de cosas que en ocasiones valía más no saber (al menos uno cree eso), pero hay una máxima “la verdad te hará libre”, por eso yo amo la verdad y aunque nunca me han comunicado exactamente cómo fue que yo nací y pertenezco a esta familia, estoy enterada de cómo fue, el cómo me enteré no tiene la menor importancia, el caso es que me enteré de cosas muy dolorosas, muy determinantes, incluso no me siento mal por ello, creo que fue importante saberlo; porque a fin de cuentas lo relevante es que siempre te recuerdo a mi lado, y de los recuerdos más preciados de mi niñez, es el hecho de haber estado enamorada de ti, así es recuerdo vivamente cuando llegabas del trabajo y yo corría a tus brazos, tú me tomabas y me aventabas hacia arriba y me cachabas, recuerdo que eso me hacía reír mucho, y ya a estas alturas si uno analiza bien esos momentos, es increíble la seguridad que tiene uno en su padre, para permitir esas acrobacias, sin ningún temor; también recuerdo las noches aquellas de verano, que nos acostábamos en el patio, sobre esa cama vieja sin colchón que había en esa casa que no era nuestra, y así nos extasiábamos mirando las estrellas, recuerdo que me contabas historias sobre ellas, no sé qué tanto daría, para que mi memoria alcanzara a recordar un poco de esas historias; de esa casa guardo muchos recuerdos, fue allí cuando me quebré el dedo pulgar de mi mano derecha, y donde mi hermano René, le daba su leche a la perrita que teníamos en ese entonces, y mi madre, le pegaba unas regañizas, es de allí donde recuerdo mi terror a los fariseos, también fue allí que vi a Santa Claus, porque alguien se vistió una navidad para hacernos creer, fue de esa casa que recuerdo al mapache que tenía el vecino y como nos gustaba hacerlo enojar, aunque realmente esa no era nuestra intención, más bien siempre tuve la tentación y esperanza que ese salvaje animalito se dejara acariciar, también recuerdo nuestros eternos juegos en esa huerta que tenía el vecino, columpiarnos entre naranjos, limoneros, guayabos, y demás frutales, era para nosotros el paraíso, hasta que un día les tomé miedo cuando me cayó una espinota de limonero en mi ojo, ¡aaaah que sufrimiento!, el paraíso no era perfecto, al menos no ése. ¡Ay papá! lo que me temía, ya estoy divagando o como decimos acá: ¡ya agarré monte!
Es increíble que los sentimientos más sublimes, nos hagan este nudo en la garganta y ni me llegan las palabras a los labios, mucho menos me llegan al cerebro, para que a su vez baje a mis dedos y poderte escribir lo mucho que te quiero papá, es como si todo mi amor que consta a su vez de tantos sentimientos, salieran hechos bola del corazón y causan una congestión cerebral, y yo me aturdo gritándoles: ¡a ver por favor, pase uno por uno! Es por eso que hago pausa, para empezar a distinguir a cada uno.
Me gusta que seas un padre, confiado de tus hijos, que no seas el clásico padre entrometido (lo cual no digo que sea malo, para nada) porque a veces no niego, que me hubiese encantado tu intromisión en mis asuntos, pero ya sabes como somos las mujeres de incomprensibles. Pero yo atribuyo a que tu confianza me hizo responsable. También me gusta tu vida de honestidad, que quizá eso no nos haya permitido sobresalir económicamente, pero eso no importa, así que tanto a ti como a mi madre, éste valor que está en peligro de extinción.
Eres de los que nos permite darnos nuestros tropiezos y golpes cometiendo errores, con tal de que aprendamos; siempre confiado en que no moriremos por equivocarnos, respetas nuestra libertad y nuestras decisiones, eso siempre se agradece en el alma, porque crees en nosotros.
Así que papá, no importando ya el pasado lejano, hoy por hoy y para adelante sigues siendo como una vez te dije “el hombre más importante de mi vida”.







8 comentarios:

GOMÍS dijo...

A mi mi hija me escribe esto y me hace el ser más feliz del mundo...

Vaya, valió la pena esa espera...

Lo leyó él???

Besos!!!

Araceli Gallardo Peña dijo...

Tu hija te hará el ser más feliz del mundo, en muchas,muchas ocasiones, ¡ya lo verás!
EL lo leerá.
Gracias por tus palabras lindas.
Un abrazo.

DC70 dijo...

Hermoso!

Kiki dijo...

Felicidades, Shely, tus recuerdos son inapreciables... y el que tu padre signifique tanto en tu vida, es sencillamente hermoso.

Un abrazo.

✈єℓιzα™ τσdσs lσs Dεяεcнσs яεsεяvαdσs cσρчяιgнτ dijo...

Sacaste lagrimas en mi, ya sabes como soy... demasiado cursi y melosisima a mas no poder... :(

Araceli Gallardo Peña dijo...

DC70:
Gracias!

Erika:
Muchas gracias Eri.
Hermosa vida, no me debo quejar.

AVE FENIX:
Mmmmm juguemos unas competencias a ver quién es más sentimental ;).
Gracias por venir Martica.

Hey Jude dijo...

Pa'su mecha, si le enseñas esto a tu papá y no llora, es que no es tu papáaaaaaa.
Es un regalo muy lindo para él y para ti.
Felicidades Aracely.

Araceli Gallardo Peña dijo...

FELI:
¡Muchas gracias Feli!